Para ser un emprendedor se requiere tener cierto perfil, ciertas aptitudes y ciertas características de personalidad. No es una tarea fácil identificar con claridad cual debe ser el perfil de un emprendedor, pero muchos autores coinciden que los factores mas importantes a tener en cuenta, son los siguientes:
•
Personalidad idealista y astuta, preocupada por hacer dinero pero no obsesionados
•
No les interesa demasiado el poder sino la autonomía, les gusta ponerse a
prueba, enfrentar riesgos pero no a lo loco, sino planificados;
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Les gusta demostrar y demostrarse lo que saben, pueden y valen;
•
tienen capacidad de concentración para la resolución y búsqueda de salidas
exitosas a problemas, tienen cierto carisma o mística y esperanza respecto a su
emprendimiento,
•
No tienen todo absolutamente claro, tienen miedos como todo ser humano, pero a
pesar de ello se animan;
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Son capaces de sacrificarse por su obra pero sin perder la cordura, son
ansiosos y buscan ofrecer un producto o servicio de calidad superior, distinto,
destacado;
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Les gusta dejar su marca en la vida a través de su emprendimiento, están
convencidos de que el éxito es 99% transpiración y 1% inspiración,
•
Saben que se pueden equivocar pero también saben que el fracaso es no
intentarlo de nuevo.
Otros aspectos a tener
en cuenta
Autoconfianza. La autoconfianza es la
capacidad del individuo en creer en sí mimo, y en la posibilidad de conseguir
sus metas personales.
La
persona emprendedora tiene que tener confianza absoluta en su proyecto y en que
está preparada para sacarlo adelante. Va tomar decisiones y lo tiene que hacer
de manera decidida, sin miedo y confiando en sí misma, aunque puedan ser
erróneas o el resultado no sea el esperado.
La
confianza debe extenderse también a las personas que van a formar parte de la
empresa. Y es que esta capacidad (estrechamente relacionada con la autoestima
personal) se relaciona directamente con algunas habilidades de liderazgo como la motivación.
Orientación al logro. Se entiende como la persistencia para conseguir metas y objetivos
personales, en este caso, emprender un negocio.
El
emprendedor tiene que saber dónde quiere llegar y estar en disposición de
realizar todo lo necesario para lograrlo. Por eso, esta capacidad se relaciona
con otras como la voluntad de finalizar correctamente las tareas que se
comienzan, y con la energía vital y con el entusiasmo, necesarios para
conseguir logros de largo recorrido.
Asunción de riesgos. Supone una predisposición a no evitar situaciones que impliquen
incertidumbre o riesgo potencial.
La
persona emprendedora va a asumir riesgos, pero éstos deben ser calculados. El
proceso de creación de una empresa no se acomete (o, al menos, nunca debería
hacerlo) de manera aleatoria. El emprendedor ha analizado el entorno, ha
diseñado su producto o servicio, ha analizado la viabilidad de su negocio y ha
establecido unos resultados previsibles para su actividad.
Resultará
contraproducente asumir demasiados riesgos si la realidad lo desaconseja, o
trabajar en un ambiente de total inseguridad. Por tanto, es necesario calcular
los riesgos de cada decisión que se tome y, por supuesto, evitar los que sean
innecesarios.
Expectativa de control. Se relaciona con la capacidad de la persona para asumir la
responsabilidad de sus propias acciones.
En
ocasiones, la persona emprendedora puede culpar de sus propias decisiones a
otras personas o circunstancias. Esto sucede porque su expectativa de control
es externa, esto es, considera que el resultado de sus acciones se debe a la
suerte o a causas no relacionadas con su conducta.
Pero
realmente es necesario que su expectativa de control sea interna y asuma la
independencia de sus acciones con respecto al entorno y la relación entre su
conducta y el resultado.
Tolerancia a la
frustración. Puede definirse como la
capacidad de persistir en la conducta encaminada a obtener un resultado, a
pesar de las dificultades o retrasos que hayan de enfrentarse.
Esta
es una cualidad fundamental en la persona emprendedora, porque va a tener que
enfrentarse a retrasos, dificultades o imprevistos que le pueden llevar al
desengaño y al fracaso. Es normal que no todo salga bien a la primera y
tropezar varias veces, pero es necesario saber afrontar los obstáculos que se
pueden interponer en el camino y perseverar.
Orientación comercial. Tiene que ver con la preferencia por las relaciones
interpersonales laborales, lo que incluye la capacidad de comunicación y de
obtención de la información adecuada para lograr los objetivos que se
persiguen, o para la generación de relaciones de colaboración.
Las
habilidades o competencias más directamente relacionadas con este rasgo son las
que tienen que ver con las habilidades de comunicación interpersonal,
negociación y venta.
El
emprendedor no actúa aislado: el desarrollo de su proyecto, su puesta en marcha
y su crecimiento y éxito van a depender de las relaciones que establezca en
diferentes ámbitos, por lo que conviene que tenga facilidad para las relaciones
personales, para la comunicación y para la negociación. Por supuesto, debe
tener habilidades para la venta y una fuerte orientación al servicio a su
cliente.
Autor: Carmen Alicia Piedrahita Pacheco
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